La llegada de los hijos supone, de forma inevitable, adaptarse a ellos y por supervivencia (mutua) tomar ciertas medidas que favorezcan su esparcimiento y seguridad. Y es que, ser padre conlleva automáticamente dotarse de un radar detector de peligros, donde las esquinas puntiagudas en tu casa parecen estar por todos lados y las luces de los aparatos electrónicos actúan como imanes para los peques.
Pero, además de por seguridad, es conveniente adaptar el hogar para ofrecer al niño el mejor de los entornos para desarrollarse. He aquí algunas claves para conseguirlo en sus propias habitaciones siguiendo los principios del método educativo Montessori.
Partiendo de la base de que los niños aprenden y descubren el mundo de forma natural a través de la experimentación, el método Montessori establece que, para que esta experimentación se produzca, los pequeños necesitan cierto grado de libertad y autonomía (siempre bien entendida y adaptada a cada una de sus edades), así como poder optar a multitud de opciones entre las cuales escoger.
Para ello, el entorno del niño representa un papel fundamental y debe organizarse cuidadosamente para fomentar este autoaprendizaje y la curiosidad innata de los pequeños. Crearles un ambiente adaptado a sus necesidades prácticas y cognitivas hará que se potencie al máximo su buen desarrollo. Así que, manos a la obra.
Los padres de hoy en día están de suerte, ya que cada vez es más amplia y mejor la oferta de productos para decorar los cuartos infantiles, no solo en cuanto a diversidad de estilos sino también en lo que se refiere a su método didáctico. Introducir juguetes con los que puedan desarrollar un juego simbólico es crucial, desde las clásicas ‘cocinitas’ hasta el cohete espacial hecho de cartón que vemos en este ambiente.
Moquetas o alfombras grandes son piezas imprescindibles en un cuarto infantil ya que el suelo es su principal zona de juegos y de experimentación, así que la calidez y el confort que aportan estos textiles serán muy útiles y agradables para ellos. También pueden servir con este fin suelos vinílicos o de materiales naturales, como el caucho o el corcho, que siempre serán más cálidos y agradables que los fríos cerámicos.
Conforme a los criterios del método Montessori, y como podemos ver en muchas escuelas infantiles, opta por sustituir los barrotes de las cunas tradicionales por camas muy bajitas o directamente por un colchón sobre el suelo. Por un lado, esto evitará que si los pequeños se caen se hagan daño pero, sobre todo, les dará autonomía ya que podrán acostarse cuando estén cansados o levantarse de forma natural y salir de la cama por ellos mismos cuando se despierten.
Aproximadamente a partir de los seis meses, los bebés ya descubren su imagen en superficies reflectantes, que se convierten en una herramienta fundamental para su reconocimiento y el de sus propias habilidades. Esto les permite además crearse una imagen de sí mismos. Por este motivo, no está de más incorporar algún espejo en su cuarto.
De hecho, según el método Montessori, desde su más tierna infancia habría que colocar espejos a su altura junto a la cama (o incluso a la altura del cambiador como en la foto), para que siempre tengan presente una imagen de ellos mismos que les ayude a reconocerse.
A la hora de diseñar el dormitorio infantil, tienes que hacerlo teniendo en cuenta la altura y el punto de vista de un niño, esto es entre 86-110 cm. Tenlo en cuenta para colocar cuadros y espejos a su medida. Con los juegos y juguetes habría que seguir la misma directriz. Conviene guardarlos a baja altura para que puedan disponer de ellos con libertad. Para ello usa cajas, cestas y baúles bajos, algo que además te permitirá tenerlos como cómplices para recogerlos.
No te olvides igualmente de la ropa. Coloca armarios y percheros a los que lleguen con comodidad; te sorprenderá su autonomía para vestirse y su capacidad para guardar su propia ropa desde tan solo los 2 años de edad. Si además cuentan con una zona accesible para los disfraces, mejor que mejor; haz que no queden relegados a Halloween o a los carnavales, que los disfruten todo el año.
Por último, no te olvides de equipar la estancia con las medidas de protección necesarias. Coloca protectores en los radiadores y enchufes, cierres de seguridad en ventanas y puertas y asegúrate de tener bien anclado todo el mobiliario de la habitación, como mesillas, cuadros o armarios a la pared.
En definitiva, se trata de aplicar un poco de sentido común y, sobre todo, de tener en cuenta el tamaño de los pequeños de la casa para que puedan disfrutar al máximo de un cuarto adaptado a su medida.
Todo ello facilita su autonomía y desarrollo, lo que a su vez favorece su aprendizaje y hace que los padres respiren más tranquilos sabiendo que los niños se encuentran en un entorno seguro, más que adecuado a su edad y sus necesidades.
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